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Tuesday, November 18, 2008

“Es el Producto Interno..¡Bruto!”


El Grupo de los 20, contra el terrorismo financiero..

El G-20, o Grupo de los 20, que preside actualmente Brasil, fue creado en 1999 tras la crisis asiática como un espacio de encuentro de los ministros de economía de países desarrollados y en desarrollo. En este sentido, la Cumbre de noviembre de 2008 llevada a cabo en Wáshington con motivo de la crisis financiera internacional, fue la primera reunión de este grupo, a nivel de jefes de Estado y de Gobierno. Durante esta Cumbre, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, exponiendo la posición de Argentina señaló ante los demás jefes de Estado que "estamos no solo ante un problema financiero, sino frente a un fin de modelo económico y político que pregonaba la falta de controles como concepto".

Ganar fortunas, sin producir nada.

Pero el presidente de Brasil Luiz Inacio Lula da Silva, fue más allá afirmando, por ejemplo, que el G8 formado por las siete economías más ricas del mundo más Rusia, "no tiene más razón de ser" -y que- "Es necesario tomar en cuenta a las economías emergentes en el mundo globalizado de hoy". El presidente brasileño se manifestó optimista al afirmar que hace seis meses atrás nunca habría imaginado que el G-20 iba a ser el grupo designado "para definir de forma colectiva la reforma de la economía mundial". Pero Lula agregó algo más para condimentar esta ensalada de desaciertos mundiales, al criticar los fundamentos del mercado financiero, “gracias al cual -advirtió -se pueden obtener fortunas sin producir nada”. Y pienso que Lula apuntó a la génesis de esta nueva forma de terrorismo, montada una vez más, desde el país que fuera alguna vez ejemplo del mundo industrializado y desarrollado, y hoy ejemplo de la corrupción y las malas praxis financieras.

George W. Bush
Lo paradójico de todo esto, es que esta Cumbre fue organizada por el decadente gobernante norteamericano, quien utilizó al Grupo de los 20 para lavar su cara y mostrarse como el gran arquitecto del salvataje financiero mundial afirmando en su cinismo que: “Hay que hacer el mercado financiero mas eficiente”, y que "está deseando" trabajar con sus pares sobre la nueva arquitectura financiera internacional. "Vamos a revisar de nuevo las normas sobre la regulación del mercado y el fraude" –afirmaba - como si no hubiera tenido tiempo de revisarlas después de los vergonzosos escándalos de Enron, Worldcom, Arthur Andersen y otros, muy vinculados a su entorno. El mismo gobernante que logró el portento de que el gasto público de los Estados Unidos, impulsado por los costos delirantes de la guerra en Irak y Afganistán, sumado a la vergonzosa debacle de las hipotecas de alto riesgo, desembocara en ese déficit de casi 500.000 millones de dólares que alcanza al 3% del producto interno bruto (PIB)

En lugar de la famosa frase que uno de los asesores de Clinton utilizara para priorizar los temas de su campaña “Es la economía, ¡estúpido!” podríamos más bien afirmar hoy “¡Es el Producto interno, ¡bruto!” para recordar que es el conjunto de bienes y servicios producidos por su gente el que determina la verdadera riqueza de una nación, y el que constituye el real sustento de su economía. Estados Unidos, de la mano de este inescrupuloso presidente, prefirió jugar a la ruleta rusa con dinero ajeno, haciendo un templo de Wall Street y privilegiando la especulación financiera por sobre el trabajo duro y honesto de quienes hicieron grande y poderosa a la nación norteña.

Economía "virtual" versus economía "real"

Como ejemplo de todo esto, mientras una vez más las calificadoras de riesgo vendían su alma al mejor postor, avalando papeles que decretaban el desempleo masivo, la pérdida de sus hogares, y la miseria para millones de ciudadanos, una de las automotrices más emblemáticas de los Estados Unidos, la General Motors, está a punto de declarase en bancarrota. Nada menos que una de las empresas insignia del status norteamericano y que durante los últimos años ha ejecutado sistemáticamente cierres de plantas y despidos de miles de empleados, llegando incluso a vender el 51% de la compañía en noviembre de 2006, amenaza ahora con dejar en la calle a 250.000 de sus trabajadores, más la pérdida de 4 a 5 millones de empleos indirectos tan sólo en su país de origen. Con la depreciación en sus acciones de hasta 90.3% en los últimos 12 meses y un endeudamiento de más de 50.000 millones de dólares, General Motors no aprendió las lecciones impartidas por el norteamericano Edwards Deming, y que fueron y son el éxito de sus competidoras japonesas, Toyota y Honda. Los fabricantes japoneses, fieles al concepto de la mayor productividad aprendido de Deming, ofrecen vehículos con precios competitivos y reconocida calidad, lo cual les ha permitido ganarse la percepción favorable del consumidor norteamericano y adueñarse de su preferencia, por su mayor calidad, mayor eficiencia en consumo de combustible y mejor diseño.

Así, mientras GM anuncia ahora su posible quiebra obligando al nuevo Presidente de los Estados Unidos y a los principales congresistas a preocuparse por su salud, Toyota informaba a principios del 2007 estar planeando la construcción de cinco nuevas plantas en Estados Unidos durante los próximos 10 años, invirtiendo 5.000 millones de dólares y creando unos 10.000 puestos de trabajo. ¿Contradictorio? En todo caso resulta increíble, que mientras la comunidad internacional se preocupa por conseguir fondos para ayudar a millones de familias que quedarán sin techo y sin trabajo, una empresa comercial que factura millones de dólares en varios países del planeta, también pida ayuda al gobierno para cubrir los desaciertos de su gestión!

Si algo debería haber quedado claro para el mundo entero luego de esta crisis de los fraudes y las mentiras, basada en una economía de símbolos al decir de Peter Drucker, es que no puede concebirse una economía “real” sujeta a los espasmos y resfríos especulativos -recordemos que durante mucho tiempo se aseguró que si Greenspan se resfriaba el mundo todo se constipaba - olvidándose de que son esos commodity que produce y transforma el ser humano, los que alimentan, calzan, visten, abrigan, y transportan a la humanidad.
Ni puede a su vez concebirse una economía sustentada únicamente en la riqueza que el Estado puede obtener de sus recursos naturales, despreciando el aporte de lo que sus habitantes producen con el agregado de su creatividad, de su esfuerzo y su habilidad transformadora. Porque es éste, más allá del valor de sus materias primas, el mayor componente del PIB de una nación, y el que determina su verdadera riqueza.

En todo caso, tres cosas importantes pueden rescatarse de este ataque del “terrorismo financiero” y de los resultados de esta Cumbre de los 20, más allá de las resoluciones adoptadas: en primer lugar, el hecho de que ahora los países emergentes tendrán la oportunidad de hacer oír su voz junto a los desarrollados en el tratamiento y decisión de aquellos temas trascendentes para la comunidad internacional. Lula, lo resumió así: “Pienso que las medidas que tomamos, por unanimidad, fueron extremadamente importantes para que podamos controlar el sistema financiero y evitar que continúe la práctica del casino". En segundo término, el hecho no menos importante –e histórico podríamos agregar -del reconocimiento unánime de que en esta oportunidad los países menos desarrollados estaban mucho mejor preparados para soportar este nuevo embate de los abusos de los desarrollados. Mientras se anuncia que Estados Unidos, Alemania y Japón han entrado en recesión, y el crecimiento en España y Francia esta cayendo, se reconoce que en esta oportunidad, nuestras economías están más preparadas que las de ellos.

Finalmente, una razón obvia para haber convocado a los países en desarrollo es que, mientras las naciones desarrolladas caen en la recesión, serán precisamente aquellos los únicos que crecerán en 2009. Y es que “es el Producto interno...¡bruto!” más allá de las especulaciones y las manipulaciones de quienes buscan obtener fortunas sin producir nada, quien deberá equilibrar los desajustes de esta nueva forma de terrorismo del cual nunca advirtió el Sr. Bush: el “terrorismo financiero” que él mismo cobijó.

Argenta Noviembre, 2008

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